miércoles, 13 de noviembre de 2013

Chiqui

Nunca imaginé que me costara tanto escribir algo de ti.
Nunca pensé que te quisiera tanto.
Nunca creí que fuera yo quien tomara la decisión fatídica de acabar con tu sufrimiento, con el mío, y con el de los que te queremos.
Nunca sospeché que un animal en mi vida fuera tan importante como lo ha sido toda mi familia. Porque has formado parte de ella, porque siempre te hemos mimado y consentido, porque nos has dado la alegría que necesitábamos en momentos tormentosos, porque nos has dado cariño siempre, porque nos has pegado un lamentón, o dos, o tres o un millón siempre que nos has tenido cerca, porque con tu mirada me hablaste en el último momento.
Nunca planeé que pudieras formar parte de mi vida en los momentos más importantes. Esas caricias que me diste en mi panza estando embarazada. Esos mimos que me diste cuando no me encontraba bien. Y lo bien que entendiste la llegada de mi hijo, que nunca te sustituyó, pero que inevitablemente conquistó tu territorio.
Nunca soñé que pudiera entenderte con la mirada. Pero entendí lo que me pediste. Entendí que debías irte para siempre. Entendí que eso no era vida. Entendí que era lo mejor para ti.
Nunca necesité pedirte que me abrazaras cuando me sentí sola. La necesidad que siempre tuviste de nuestro contacto directo era recíproco. Me encantaba tumbarme y que te acoplaras de esa manera peculiar que hacías.
Nunca sentí que fuera un sacrificio tenerte y cuidarte. Me sentí que te abandonaba cuando me fui de casa, y te dejé en la mejor compañía que hubieras podido tener. Pero agradecí hasta la saciedad que cada vez que te veía me hacías las fiestas mayores, me recibías como siempre, con todas las alegrías del mundo, como si no hubiera un mañana.
Nunca creí que nos dejaras desolados de esta manera a todos. Pero voy a quedarme con los buenos momentos, que han sido muchos, los que hemos vivido en estos 13 años y medio a mi lado, a nuestro lado.Tuvimos que darte biberón cuando llegaste a casa. Tuvimos que enseñarte que en casa había cosas que se podían hacer y otras que estaban prohibidas. Te consentimos que nos mimaras por las noches, y a pesar de las quejas cuando no estabas a mi lado me sentía sola, y te necesitaba.
Siempre supe que NUNCA me arrepentiría de que te cruzaras en mi vida y ocuparas esa parte tan grande en mi corazón.
Te quiero, mi Chiqui