jueves, 28 de marzo de 2013

Tatuaje

Hoy en día poca gente joven es libre de llevar su piel tatuada.

Siempre he admirado según qué tipo de tatuaje. Siempre. Aunque reconozco que soy muy crítica y selectiva con este tema. Admiro el grabado sobre piel que tiene un significado, un significado importante. Me sorprende según qué garabato sin sentido, o peor aún el que se tatúa el nombre de su actual pareja, un gravísimo error, que al fin y al cabo va a convivir contigo el resto de tu vida.

El tamaño del diseño también me parece un factor importante a la hora de hacerse la propuesta. El proyecto en sí, para mi gusto, no debe ser ni exageradamente grande, ni tan minúsculo que a cierta distancia no se distinga el dibujo.

Y también contemplo la elección del lugar del cuerpo que se ha escogido para hacerlo. Cosa, por otra parte, que me parece tanto o más importante que el tatuaje en sí. Admiro también a quien escoge hacerse uno en un lugar invisible durante su vida cotidiana, y que puede lucirlo en el lugar y ambiente que decida.

Con todo esto, hace un año tomé la decisión de llevarlo a cabo. Por el momento y creo que por mucho tiempo, de momento será mi primer y último tatuaje. Hice una elección muy muy premeditada. El diseño lo tenía muy claro. Sería una inicial, la de mi hijo. A día de hoy, esta misma inicial es compartida también por otras dos personas muy importantes en mi vida, las que más: mi hermano, y mi marido.

Lo que más me costó fue optar por el lugar donde lo iba a lucir. Fue una decisión muy muy pensada, valorada y meditada. Al final opté por escoger un lugar que cuando yo quisiera pudiera lucirlo, y cuando no lo viera conveniente, pues quedaba totalmente tapado.

Casi un año después, no me arrepiento de lo que he hecho. Y espero que nunca me angustie esta decisión.





domingo, 24 de marzo de 2013

Maletas

Inevitablemente todos hemos pasado por este momento: hacer la maleta. Es un momento que alargo en el tiempo cada vez que me toca hacerlo. No me gusta en absoluto. Y por más que pasa el tiempo, y por más errores que cometo en cada salida, siempre vuelvo a lo mismo.

Aunque pensándolo bien, todavía hay otro momento más horrendo: deshacerla a la vuelta.

En unos días me voy a ver envuelta en este revuelo. Y ya lo sufro... por más tiempo que pase, el momento es inevitable, así que intento tomarme ese instante con calma. Planifico con tiempo el momento. Intento simplificar al máximo, pero los "porsiacasos" y los imprevistos aparecen forzosamente siempre, cada vez.

Una de las partes de la maleta que odio con más fuerza es el neceser. Por eso un día decidí que me prepararía un neceser básico y nunca lo desharía. Mi propuesta ha sido llevada a cabo, pero nunca efectiva. Ése neceser existe, pero siempre tengo que añadir algo o quitarlo.

Es cierto que por norma general cuando se prepara una maleta por placer, siempre uno está motivado. A pesar de todo es un momento que evito, lo evito hasta el último momento. Es un momento por el que pagaría para que me lo impidieran malvivir...

Y por alguna extraña razón, que desconozco y no puedo controlar, en el momento de iniciar mi trabajo me pongo a pensar en esa camiseta que hace tres años no me pongo, pero que ahora seguro me va bien; en ese chaleco que todavía no he estrenado, y hace más de un año que está colgado en el armario con la etiqueta puesta. Y para más inri me compro calzado nuevo. Siempre cometo los mismo errores, y no escarmiento!!
Y después de esas esperadas vacaciones llega el momento de volver a hacer la maleta para regresar a casa, y lo peor, deshacerla de nuevo hasta la próxima vez, eso sí, feliz de poder dejar intacto el neceser...

martes, 19 de marzo de 2013

¡¡¡Feliz día del padre!!!

Tengo la maravillosa suerte de tener a mi lado, muy cerca a dos padres. No es que tenga dos padres, evidentemente. Pero es que tengo a mi padre y al padre de mi hijo.

De mi padre sólo puedo decir cosas buenas. Ha sido, es y será un gran padre. Un padre ejemplo. Un padre que siempre me ha demostrado lo que siente por mi, por nosotros. Un padre que ha trabajado duro, muy duro, para sacarnos adelante. Un padre que por el trabajo dejamos de ver muchos días. Un padre que en cuanto tenía un rato libre no dudaba en echarse al suelo para jugar con nosotros. Un padre que hace ya 6 años la vida le dio una mala pasada. Un padre que tuvo coraje y encontró las fuerzas suficientes para vencer la lucha más importante de su vida. Un padre que en estos últimos años se ha reinventado, y podemos disfrutar de él en cualquier momento. Por todo esto y mucho más: te quiero papa.

Del padre de mi hijo creo que ya lo he dicho todo. Es la mejor elección que podía haber hecho. Lo más importante de mi vida, mi hijo, es parte de él. Y me siento más que orgullosa. Siempre es justo con las decisiones. Siempre contempla las cosas desde varios puntos de vista para ser lo más honesto posible. La verdad es que su carácter es muy equidistante al de sus actuaciones como padre, y es algo de lo que más satisfecha me siento. El día que fuimos padres fue el día más feliz de nuestra vida. Un día que nunca olvidaremos. Un día mezclado de alegría, incertidumbre y miedo. Un día que cuando conocimos la mirada de nuestro hijo supimos que era lo mejor que habíamos podido hacer nunca.

Y no puedo obviar el recuerdo a nuestro ángel. Ése angel que nos hubiera hecho padres por segunda vez, pero que por motivos incomprensibles decidió que era desde el cielo donde nos iba a proteger.

Por todo esto y mucho más hoy dedico esta entrada a los padres más importantes de mi vida. Al mío le quiero. Al de mi hijo le adoro, le amo, me enamora a diario.



sábado, 16 de marzo de 2013

Hoy

Todos tenemos canciones que nos gustan, que no nos gustan, que nos dan buen rollo, que nos hacen sonreir, que nos hacen sentir bien, que detestamos, que nos relajan, que nos impiden quedarnos sentados, que nos hacen gritar de emoción... Todos tenemos nuestros propia selección musical que a lo largo de la vida nos va a acompañar.

Una de esas canciones que significan mucho para mi es de Rosana. La verdad es que no es una gran canción ni mucho menos, ni tampoco es una grandísima cantante. Pero es una tía que transmite, y con esta canción a mi me transmite alegría, ganas de vivir, de echar palante, de afrontar los pequeños y grandes problemas.

Compartí esta canción en uno de los momentos más felices de mi vida, rodeada de mi gente. Y hoy, por alguna extraña razón ha vuelto a mi memoria:

 
Hoy no tengo ganas de cambiar el rumbo
no tengo fuerzas pa´subirme al mundo
hoy me quedo donde estés
tejiéndonos la piel
con cosas del querer
 
 
 
 
 

Que en 4 días se hayan conseguido más de 100 visitas en este blog es de agradecer. Y lo voy a hacer de la mejor manera que sé: con nueva entrada!!
Muchas gracias a todos y me pongo al lío para tenerla lista en breve!!

martes, 12 de marzo de 2013

Historias cotidianas

Sé que tengo que llegar a las 12h a tal sitio. Estoy cansada de ir, y sé que con 20 minutos en transporte público llego de sobras... AYYYYYYY!!!!!!

Apuro al máximo haciendo mil cosas totalmente innecesarias, o por lo menos cosas que podrían esperar perfectamente a ser arregladas en cualquier otro momento.

Mierda! se me echa el tiempo encima! Siempre igual. Si es que no escarmiento. Va. Me voy. Salgo con el tiempo justo, pero el suficiente como para llegar, lo tengo más que controlado. Pico al ascensor mientras cierro con llave la puerta. El ascensor no llega. Espero. Espero. Y espero... no viene. Deben haber pasado 20 segundos que a mí ahora mismo me parece una eternidad. Así que pataleo la puerta, y no veo avisos de funcionamiento alguno. Precisamente hoy... y con los zapatos nuevos (por aquello de la buena presencia).

Bajo por la escalera. Menuda paliza!!! Vivo en un décimo y nunca pienso que esto pueda pasar, pero por lo visto pasa, y nada menos hoy. Voy bajando. Analizo la preparación de mi entrevista. Lo llevo todo listo. Va a salir bien. No puedo más, quedan 5 pisos todavía, así que voy a quitarme los zapatos, no me encontraré a nadie.

Oigo agua por el hueco de la escalera. Ostras, debe ser que a alguien se le ha estropeado la lavadora y se le sale el agua. Estoy llegando abajo. Voy a ponerme mis tacones, ya llego al portal. NOOOOOO!!!! esto no me puede estar pasando a mi!!! Llueve, diluvia! ¿pero cómo no lo he visto antes? No puedo subir a buscar un paraguas, ya no tengo tiempo, ni ganas.

Mi peinado se va a echar a perder pero voy a arriesgarme. Una hora para salir de casa con este pedazo de melena lisa, después de echarme mi mascarilla correspondiente, la que me recomendaron en la peluquería después de hacerme el fascinante tratamiento de keratina... Voy a llegar echa un asco, y no sólo por el pelo. Pero es imposible subir a casa. En el metro me recogeré el pelo con un moño alto (que no me queda mal del todo...) y pediré el deseo de que cuando llegue a destino ya no llueva.

Bajo a toda prisa, si no lo hago así llego tarde fijo. Voy chorreando. Madre mia, menudo aspecto el mío. Mientras voy pensando en lo idiota que he sido de no mirar por el balcón antes de subir. En lo poco útil que ha sido invertir tantísimo tiempo en alisarme el pelo. En que debería haberme administrado mejor el tiempo para poder haber salido un poco antes.... en fin!

Llego al metro. Mientras estoy validando mi billete oigo cómo se me escapa el metro... no puede ser! ¿todas las desgracias me tienen que pasar a mi? Me dedicaré pues a arreglarme el pelo ahora, mientras viene el siguiente metro. No puedo creerlo: 8 minutos de espera. Llego tarde. No hay duda.

Esperaré, no me queda otra. Voy a repasar de nuevo: llevo mi proyecto, el portátil con todos los datos, copias de seguridad, mis transparencias... todo! lo llevo todo.

Llega el metro. Parece que se ha adelantado!! Si hasta voy a tener suerte. Esta ciudad no está preparada para un día de lluvia torrencial, pero mis súplicas se han hecho realidad. Llegaré a tiempo.

Miro de nuevo el reloj. Creo que no voy tan mal... Espero llegar a tiempo. No puedo desconectar, ni sentarme, pues me da la sensación de que si voy de pie el metro se acelerará, que es lo que necesito.
Falta sólo una parada. Estoy nerviosísima.

Miro de nuevo la agenda. Ya me tengo que bajar en la próxima. Abro la agenda. Proyecto final: 12 de marzo a las 12h. No me lo puedo creer. IMPOSIBLE! Se han abierto las puertas. Bajo con cara de susto, más enojada imposible. Mierda! Se me atasca el tacón en la puerta del vagón. Salgo con una sacudida. Se me ha roto el tacón... y para postre: hoy sólo es 11 de marzo...